sábado, 26 de febrero de 2011

BEISBOL GRANDES LIGAS, DE DONDE SACARON EL DINERO PARA COMPRAR A LOS DOGERS


¿Cuenta regresiva para los McCourt?
Carlos José Lugo
cjolugo@hotmail.com
En el torrente de informaciones que fluye hora tras hora desde los campos de entrenamiento en Arizona y Florida, hay una de ayer viernes que seguramente pasó desapercibida, pero que puede ser la más importante de todas. La noticia en cuestión es que el comisionado de las Grandes Ligas, Bud Selig, rechazó una petición del dueño de los Dodgers de Los Angeles, Frank McCourt, de que le fuera aprobada una transacción financiera con el emporio de comunicaciones FOX. En dicha negociación, FOX le estaría prestando a McCourt 200 millones de dólares, con la garantía de que, de no producirse el pago del préstamo, su contrato actual de derechos de transmisión de los juegos de los Dodgers –vigente hasta el 2013– se extienda automáticamente por cuatro años. Para entender la magnitud y el significado de la información anterior, es preciso hablar un poquito sobre el contexto de toda esta historia.
Los esposos Frank y Jamie McCourt adquirieron a los Dodgers después de haber fracasado en intentos previos por comprar los Medias Rojas de Boston, Angelinos de Anaheim y los Tampa Bay Buccaneers de la NFL. La razón fundamental de estos intentos fallidos es que nunca quedaba demasiado claro de donde los McCourt sacarían el dinero para adquirir, y luego operar estas franquicias deportivas.
Finalmente, Bud Selig mordió el anzuelo y accedió a entregar una de las joyas de la Liga Nacional a éstos dos personajes.
¿De dónde sacaron el dinero los McCourt entonces? Sencillo, de los bolsillos de otros, en este caso de los bancos, y del propio vendedor de los Dodgers, FOX. Poniendo en garantía una valiosa porción de terreno en Boston, los terrenos adyacentes al Dodger Stadium y obteniendo por adelantado dinero de FOX por derechos de transmisión, este par de zorros de los negocios lograron su sueño de ser dueños de un equipo de grandes ligas. Los McCourt sacaron de sus bolsillos lo que ustedes y yo para comprar el equipo, nada. Esta forma de operar –con un fuerte apalancamiento, dirían los expertos en finanzas– no era nada nuevo en la estrategia de los McCourt, especialmente en Frank, porque de hecho, toda su fortuna la habían logrado tomando este tipo de riesgos.
Cuentan que en una ocasión, en que el clima de negocios y la economía no andaba bien, los McCourt estuvieron a punto de perder todas sus propiedades, incluyendo la casa donde vivían, y el famoso terreno de Boston. Cuentan además –y esto es clave en la historia– que como una medida de prevención, antes de la pareja mudarse a su nuevo hogar en Los Ángeles, Jamie firmó con su esposo un acuerdo post-nupcial en el que todas las propiedades en bienes raíces quedaban a nombre de ella, en caso de que, si su marido se volvía loco haciendo negocios raros, no se quedaran en la calle.
Por el lado de los Dodgers la vida continuaba su agitado curso, y el club, incluso, logró obtener grandes momentos en el terreno culminando con apariciones consecutivas en la Serie de Campeonato.
Lamentablemente, la pareja de casi treinta años entró en una crisis marital que culminó en separación y divorcio, y también con doña Jamie huyendo a París con un nuevo compañero sentimental: su guardaespaldas.
Luego de esto se han revelado un montón de excesos en gastos, lujos, compras de mansiones, salarios gigantescos a sus cuatro hijos cuyo trabajo dentro del equipo nadie conoce, y toda clase de historias sórdidas que incluyen hasta un brujo y un proyecto para candidatear a Jamie McCourt para presidenta de los Estados Unidos. El punto importante, hilvanando otra vez con el acuerdo post-nupcial es que, nadie sabe cómo y por qué, existían dos versiones del mismo acuerdo en una de las cuales Jamie McCourt renunciaba a todo interés en los Dodgers, y dejaba –supuestamente– el equipo en manos de su esposo. Esa versión del documento resultó invalidada, pues la señora siempre pensó que estaba firmando un documento único, cosa que pone en evidencia la clase de personas de las que estamos hablando.
Finalmente, un juez determinó amparándose en las leyes de California, que los Dodgers son propiedad adquirida bajo el matrimonio, y ambos tienen que llegar a un acuerdo de cómo dividir dicha propiedad, o el juez decidiría entonces poner al equipo en subasta.
Y aquí regresamos al principio.
El reloj de Frank McCourt parece haber entrado en cuenta regresiva. En este momento no tiene liquidez para comprar la parte de su esposa en el equipo y ella a su vez tampoco tiene liquidez y preferiría convertir su parte en efectivo.
Por otro lado, las deudas acumuladas de McCourt alcanzan 430 millones de dólares y es por eso la razón del préstamo.
Simple y sencillamente, no hay ninguna garantía de que McCourt tenga el flujo de caja para operar los Dodgers de manera normal. Como Selig no puede, como debe ser su deseo, obligar a McCourt a vender el equipo, una forma simple de provocar su salida –y enmendar el principal error, que fue permitir la entrada de estos dos sujetos a los Dodgers– es cerrarle lentamente las válvulas del tanque de oxígeno, dejando como única salida lo ocurrido con los Texas Rangers: vender el equipo o declararse en bancarrota.
Lo mejor que le puede pasar a los Dodgers, en el interés de la franquicia y de lo que ella representa para la industria, es que McCourt al final se vea obligado a vender. La franela que tan dignamente vistió Jackie Robinson merece mejores personas como dueños.

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